Laura Luelmo, secuestrada, violada y asesinada por Bernardo Montoya. El «parece ser» ya se ha convertido en una realidad por las múltiples evidencias que desmontan una por una las mentiras del asesino. Una muerta más, una mujer menos y el porqué lo tenemos claro. Un asesino reincidente que estaba en libertad.
Su rostro bien grande para que se vea la vida en todo su esplendor. La fotografía de él ni en pintura. No merece estar a su lado ni siquiera en una imagen. Esta vez, no hay excusas de cómo iba vestida, de qué iba borracha o no se enteraba de nada, de que no se resistió porque es evidente después del registro de la casa del presunto asesino, poco presunto ya que ha confesado que la mató, que la retuvo y le dio una brutal paliza.
Laura Luelmo vivía en la casa del padre del asesino
Ahora resulta que la casa donde se alojaba Laura Luelmo, la construyó el patriarca, el padre del asesino. La vida a veces es muy jodida. Porque pese a sus miedos, la joven pensó que a ella no le iba a pasar pero no contaba con que el hombre que la intimidaba desde la casa que tenía enfrente, ya había matado anteriormente, ya había intentado violar a otra mujer, había robado con violencia y había golpeado en la cárcel a un funcionario de prisiones. Ahora, esos si, parece ser que era un preso modélico.
Una casa que le había dejado de forma gratuita una compañera en El Campillo, Huelva para que se alojara mientras hacía una sustitución como profesora de plástica.
La casa del asesino rodeada de biombos de la Guardia Civil revela el brutal asesinato de la joven profesora. Nadie en el El Campillo sabía que Bernardo Montoya vivía desde hacía un mes, desde que salió de la cárcel, en el pueblo. Los vecinos están consternados porque Laura Luelmo podría ser cualquier otra mujer. Según sus palabras, «me encapriché con ella» y esta frase, pronunciada por Bernardo Montoya, lo define como un ser despreciable que no mató de forma ocasional sino premeditadamente.
El porqué está muerta Laura Luelmo
¿Por qué está muerta Laura Luelmo? ¿Qué estamos haciendo mal para que este año llevemos 57 mujeres asesinadas? Los datos de este 2018 ofrecidos los el Ministerio de Presidencia Relaciones con la Cortes e Igualdad actualizados a 19 de diciembre, son estremecedores. Más de 67.000 denuncias por violencia de género, este año. 975 muertas desde 2003.
Pero el caso de de Laura Luelmo es especialmente duro porque pese a los antecedentes del asesino, estaba en libertad y nadie sabía dónde se encontraba. Fue un vecino al que el padre de Bernardo le había dicho que su hijo iba a vivir en el pueblo una temporada, el que avisó a la Guardia Civil de la presencia de este individuo en el pueblo. A partir de ahí, la cuestión estuvo más o menos clara.
Esto, ¿cómo puede ser? El código penal pone sobre la mesa las sentencias que se deben poner o no poner a los delincuentes, a los asesinos y según el sistema, la cárcel es el sitio donde estos individuos se rehabilitan y se reinsertan en la sociedad. Pero ¿qué pasa con los reincidentes?, ¿Cómo son estos programas de rehabilitación? ¿las cárceles cuentan con el personal suficiente y adecuado para rehabilitar a asesinos, violadores y demás?.
Todo a vuelto a fallar en el caso Laura Luelmo
La triste respuesta es un rotundo NO. Bernardo Montoya estaba en la calle porque nuevamente todo ha vuelto a fallar. La naturaleza humana de determinados especímenes está totalmente podrida y su único fin es la satisfacción propia sin importarles absolutamente nada el daño que puedan ocasionar a su alrededor.
Una manta llena de sangre, una bolsa con sus objetos personales en el cementerio, un paraje desolador donde un cuerpo vivo, según el asesino, fue abandonado sin sentimiento alguno.
Los psicópatas, existen y reinciden y parecen gente normal y es difícil localizarlos entre la humanidad. Cuando damos con uno de ellos, como es el caso que nos ocupa, hay que tomar medidas contundentes amparadas por leyes contundentes que impidan, por lo menos, que esto vuelva a suceder.
Todos somos culpables de la muerte de Laura Luelmo
Si hay que cambiar el código penal, hagámoslo ya, si hay que dotar a las cárceles con más personas cualificado para conseguir las posibles rehabilitaciones, hagámoslo ya, si hay que dotar de más funcionarios de prisiones y darles la autoridad que merecen, formémoslos para ello y hagámoslo ya. no es cuestión de ejecutarlos en la plaza pública como en la edad media o más cerca a nosotros.
Se trata de modificar este sistema ineficaz que permite y consiente que cada año mueran y mueran mujeres a manos de asesinos imparables. No necesitamos medidas ni improvisaciones señora ministra, necesitamos que el sistema cambie.
Y señores, en una democracia como la que tenemos, los culpables somos todos porque nos dejamos llevar y no exigimos a los que votamos, lo necesario para que este sistema cambie de verdad y no solo en materia de violencia de género, sino en otras muchas cuestiones donde la justicia no puede actuar como debiera. No dejemos que las excusas den alas a los que quieren cambiarlo todo por la fuerza o pisoteando los derechos humanos.