Fotografía móvil. Fue una de mis primeras fotos macro con el móvil. Ahí empezó el drama. Comprobar que con una rapidez extrema podía captar imágenes como esta, hizo que me volviera loca y llenara mi ordenador de instantáneas.
Recordando el paso de analógico a digital tengo que confesaros que me resistí hasta la saciedad; de hecho, aun hoy sigo haciendo papel de vez en cuando… recordando mi entrada en el mundo digital, digo, me entusiasme con esta nueva manera de recoger la realidad sin tapujos pero pronto volví al macro de mi réflex Nikon.
Las lentes de mi móvil eran fascinantes pero la versatilidad no compite de ninguna manera con la forma particular en que quiero hacer las cosas. La fotografía móvil se convierte así en un género propio y como tal, tiene sus ventajas pero también sus inconvenientes…
El tener siempre a mano una copiadora de realidad me facilita mucho el trabajo, por otro lado a veces, la calidad baja frente a los encuadres imposibles.
Nada tardé en hacer este macro donde los reflejos de la rosa muestran el rocío de buena mañana. Nada de revelado. Tal cual la hice, tal cual la muestro. Más inmediatez, imposible. Fotografía Móvil la llaman.
Lejos queda el deleite del diafragma y la exposición en la fotografía móvil en la que mis gruesos dedos intentan sin mucho éxito a veces cuadrar el diafragma a base de digitalización extrema.
Resultado potable, no extraordinario. Detalles fascinantes para el iniciado y quizás menos espectaculares para el entendido. Pero ahí está el momento retenido. No hay más. Un foco tristemente reducido muestra reflejos en una rosa que acaba de explosionar. De capullo a rosa en una noche. Fotografía naturaleza en estado puro. Fue mi primera fotografía para mi Instagram que se nutre de estas instantáneas móviles que tan rápido captan la imagen como la dejan ir.