Relatos de Desamor. Escalar y escalar, una y otra vez, ese pensamiento como si de una vertical se tratara. Hace años, habíamos estado en un cañón vertiginoso donde las paredes estrechaban tanto el camino como ahora lo hacía ese pensamiento en mi mente ¿En qué momento pasó? Por primera vez, la soledad sin tapujos, sin engaños y el vértigo que produce, no dejan espacio para nada más.
Devuélveme el corazón aunque sea despeñado por la pared esa que escalábamos con las mismas manos, con la misma piel, con el mismo pulso… ¿Cómo ha podido pasar? y sobre todo, ¿en qué momento ha pasado?
Quizás dejaste de percibir nuestras necesidades para centrarte en otras. Ahora, con la claridad que impone el tiempo se que ya no necesitabas esa cuerda que te aseguraba el ascenso directo a la cima porque simplemente ya no querías seguir subiendo. La rompiste y caí al vacío rebotando en situaciones, en reproches pensados y no dichos y dichos y no pensados.
Todo juega en mi contra ahora que, desde la impuesta distancia, miro con pesar hacia abajo desde esa pared que es la vida, y me cuesta mirar hacia arriba no viendo más que la peligrosa verticalidad donde no hace mucho, anclaba, ilusa, mi vida a la tuya.
No hay palabras, no hay gestos culpables de provocar amor. El tiempo se ha parado de nuevo como cuando llega la soledad, la pena, el dolor… Los caprichos de la vida vuelven a envolver el llanto pero no lo apagan.
Y otra vez es difícil vivir y otra vez falta el aliento entrecortado en las noches y el apasionado abrazo sereno. Los parpados se van cerrando con el alba mientras piensan en soñar y despertar de nuevo a tu lado.
Devuélveme mi corazón despeñado para poder curarlo y apretarlo fuerte para que no sangre, para que vuelva a ser, aunque herido, corazón blanco.
Grito desesperada tu nombre al viento para que, entre remolinos de hojas secas, se lo lleve lejos. Pero el viento, es solo viento y no atiende ordenes ni siquiera deseos. Igual que se lo lleva, tu nombre, lo trae al momento para estamparlo de nuevo en mi pecho.
El dolor impuesto por la soledad del desamor me lleva irremediablemente a estar contigo mientras revoloteas peligrosamente por mis pensamientos para robarme una y otra vez, una y otra vez, el aliento.
Devuélveme de una vez mi corazón aunque sea despeñado para lamer las heridas de los golpes certeros del amor despechado. Remiendos hago con las lágrimas continuas envolviendo en ellas lo que fue y lo que no llegó a ser para cubrir por completo el desgarro, para cubrir por completo la desdicha del desamor no buscado.
Devuélveme ya, con apremio, mi corazón aunque sea despeñado porque es lo único que aún me queda.