Microcuentos
Allí estaban. Aún no podía creer como lo había conseguido. Estáticos, esperaban. La imagen real, por sí sola, espeluznaba. No sabía que tenía él pensado que pasaría a continuación pero mi misión era mantener ese plano y conseguir que estuvieran allí, quietos.
Algunos me miraban como retándome a alzar el vuelo pero seguían sin moverse. De repente, él hizo acto de presencia y a mi me dió un pasmo. Temblaba pero mantenía el plano, su plano.
Se hizo un silencio tan espeso en el set de rodaje que daba aún más miedo que el encuadre que mantenía en mi retina a través de la cámara, sin moverme, sin respirar.
En el set no se oía ni una mosca. El silencio lo inundaba todo mientras los pájaros seguían inmóviles. Mr. Hitchcock levantó sus manos y sin quitarse el puro de sus labios, dió una fuerte palmada que a punto estuvo de moverme la cámara.
Todos los pájaros empezaron a volar frenéticos, el ruido era atronador y el pavor general se adueñó de la escena. Corten!!!
Estaba temblando aún cuando despacio, imperturbable, se me acercó por detrás. Note su aliento en mi nuca. Muy bajito, susurró: «Ha valido. Bien hecho Aguirre».
Epílogo: En los microcuentos, en los relatos y en el cine sobre todo, nada es lo que parece pero muchas veces, la realidad supera a la ficción captada por las cámaras.